No es posible que Colombia se desarrolle sin una política clara de impuestos. La realidad, aunque los periodistas se quejan de ser un país con muchos impuestos, es que muy pocos pagamos impuestos y aportamos al desarrollo. El IVA es un impuesto que llega a todos los consumidores finales, pero las personas del común consumen muy pocos artículos que pagan el IVA, casi toda la canasta familiar está excluida y adicionalmente los regímenes especiales como los del régimen simplificado hacen que este impuesto no llegue. Si a eso le sumamos el contrabando que no aporta, se ahonda en el problema.
Es claro que casi todo el consumo se da en la informalidad. Intenten pedir una factura en cualquier sitio de Colombia menor de 100.000 habitantes.
Por otra parte el impuesto a la renta nunca está en el corte del impuesto, la retención en la fuente hace que anticipemos el impuesto en el momento en que se recibe un pago, y seguido de esto en el momento de hacer la declaración de renta nos obliga a que anticipemos el impuesto del año siguiente con la incertidumbre de los que va a pasar. La cifra de lo que hay que pagar nunca muestra la realidad de un período. Estamos en el limbo.
Con estas políticas de impuestos no queda mas que aguantar precios infames de gasolina, pues es la única forma real en que todos los ciudadanos aporten en menor o mayor proporción al fisco. Las demás maneras que se inventan no cobijan a todo el pueblo y no permiten que las personas aporten justamente.
Quienes no aportan evitan participar en el control ciudadano de la ejecución de recursos pues no ven en esto algo por lo que hayan luchado. Lo que les regalen estará bien. Quien ha aportado le duele que un peso se malgaste por administraciónes ineptas y corruptas.
Si se quiere una comunidad participativa y justa, se debe hacer que todos aporten, en la proporción de su capacidad obviamente, pero un estado paternalista que solo dá no podrá exigir nunca.